Ayer tarde se presentó en Zaragoza, en el Café Dublín (un auténtico irish pub, a pesar del nombre cafetero), la novela A gollada d’o bosque, la versión en lengua aragonesa de La mirada del bosque de Chesús Yuste.
El acto formaba parte de las Jornadas ¿Por qué nos gusta Irlanda?, organizadas por la asociación cultural Bente d’Abiento.
Tras la bienvenida a cargo de los organizadores, el editor Chusé Aragüés explicó el trabajo de su editorial, Gara d’Edizions, que cumple ahora veinte años, centrado en la publicación de traducciones al aragonés de clásicos y no tan clásicos y en la traducción al castellano de obras originales en aragonés. A continuación, el traductor Pascual Miguel Ballestín ha explicado algunas de las claves de esta traducción, en la que ha optado por expresiones aragonesas populares que reforzaran el humor popular irlandés del original, y ha contado alguna anécdota, como la búsqueda de la forma más adecuada de traducir «huella dactilar» (expresión inhabitual hasta ahora en la literatura en aragonés). Ambos intervinieron en lengua aragonesa, como era natural.
Por su parte, el autor Chesús Yuste comenzó agradeciendo al editor y al traductor que le hayan dado una nueva vida a su novela («sin el trabajo de escribir una nueva obra, ya tengo motivo para volver a las ferias del libro, a retomar el contacto directo con el público, que es algo que me encanta», bromeó). Luego encuadró su novela en la escuela policíaca mediterránea (que combina intriga, humor, costumbrismo social, gastronomía y erotismo, sin olvidar una visión crítica del contexto social y político), señaló la originalidad del protagonismo colectivo (los seis comensales de las cenas de los miércoles que abordan el desafío de resolver el crimen) y aprovechó para, a partir de A gollada d’o bosque, explicar por qué nos gusta tanto Irlanda (tema central de las jornadas en las que se enmarcaba el acto).
En medio de su intervención, Pascual Miguel leyó una de las escenas más divertidas del libro, acompañado musicalmente por Brendan Travis y Chema Arcarazo:
–A mirar… –o ton de desaspero fazió que o pastor s’estremolezise, se chiró escodriñando l’orizón–. Beye ixe camín d’allí, t’a zurda d’o caxico más altizo? –le siñalaba un quilometro más adebán en o mesmo camín.
–Sí –a Seán le cambeó a cara.
–Pues rai, ixe no le bale ta cosa… Ixe camín marcha ta Glencolmcille, pero ixo a busté no se le’n da cosa. –Se miró de trobar con a gollada suya la cuentra y siñaló luen–. Conoxez busté o camín ta Manorcunningham?
–Au, chiquer, cómo le dizes ixo! –contestó a muller indinnada–, si conoxese Manorcunningham, no preguntarba por Ballydungael, que i ye chusto dezaga. Pobrón, no te’n faigas, ella t’asperará. Si ye una chica dezén, prou que sí.
Y para finalizar, mientras el autor y el traductor firmaban ejemplares del libro que compartían, a la par que degustaban sendas pintas, todos pudieron disfrutar de la divertida actuación de la banda aragonesa La Pinta del Irlandés, que repasó el repertorio tradicional, adentrándose en honduras como la «jota irlandesa» con la que el cantante Brendan Travis puso punto final a la fiesta.
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